
Hablemos de la culpabilidad, yo
me siento total y absolutamente culpable, me siento como si fuera un trozo de
carne, como si fuera una muñeca hinchable, como ese mueble que nadie ve. Y aún
tengo que aguantar que me diga que fue culpa mía. ¿Acaso sabe que es decir no y
que te ignoren? ¿Sabe lo que es que te den un golpe, y te violen después? No es
suficiente con que yo me culpe, no es suficiente con que yo crea que me merecía
ser su puta, que me lo tienen que decir desde fuera.
Es doloroso sentirse tan vacía,
tan culpable tan mal, y además escuchar a una imbécil decir que fue culpa mía.
Es ese dolor enorme que se
siente, ese dolor que no sabes muy bien de donde viene, y solo sabes que es
parte de ti. Sabes que no hay ninguna herida visible, solo la sientes dentro de
ti, la sientes dentro supurando. Sientes que te vas quitando las vendas y vas
dejando que empiece a airearse, después de años infectándote, y cuando crees
que la herida empieza a limpiarse o al menos aireándose un poco, llega una
persona y hace que esa herida vuelva a abrirse, que vuelvas a coger ese
cuchillo que es tu mente y se te clave en el medio de tu corazón y no puedes
gritarle diciéndole cállate. Solo ves como tu yo, tu niña se acurruca y se
cierra los oídos, para no oír una vez más, te lo merecías, te lo merecías por
no decir no, te lo merecías por ser como eres, te lo merecías por ser un cacho
de carne.
Tengo una canción en Euskera en
mi cabeza sin parar, es como si se le hubiera puesto el repit, y no pudiera par,
es como si hablara de esa misma herida, de hecho se llama min hau (ese dolor).
Que más decir que la gente debería ser
consiente del dolor que pueden llegar a producir con sus palabras, sobre todo
cuando vas pidiendo la ayuda que tanto necesitas.
(Nota de una novia cabreada:

Cometí el acierto/error de matricularme en un master
dirigido por un gurú con ínfulas de grandeza que se cree el puto amo, el jefe
del cotarro, el amo de la barraca. Lo suficiente como para imponer sus ideas a
sus alumnos y dedicarse a descalificar, humillar, y aplastar psicológicamente a
todos los que fuésemos lo suficiente idiotas como para no lamerle el culo.
Dicho esto, entiendo que haya quien no crea en la
psicología. La mayoría del tiempo, yo soy uno de ellos.
Sin embargo, también conocí a personas maravillosas que
sufrían el mismo tipo de trastorno mental que sufro yo (no parece quedar mucho
para que el DSM lo catalogue como tal, al paso que vamos). Personas que querían
marcar la diferencia. Con el tiempo descubrí que la mayoría de esas personas
excepcionales acarreaban, a su vez, un dolor excepcional. No todas fueron
abusadas de pequeñas, pero todas comprendían lo que significaba sufrir.
La más excepcional de todas era alguien que no aceptaba
que la llamaran víctima, pero que tampoco se veía superviviente. Una persona
que se ofende cada vez que alguien le dice que es fuerte, pero que tampoco
tolera mostrarse débil. Es alguien que se empeña en seguir adelante, pero se
empeña también en no mirar cuál puede ser el camino si no es de reojo. Con ella
he pasado noches en vela, y días en los que parecía que no despertaría nunca. Ha
sufrido mucho para llegar hasta donde está, y todos los que la queremos tenemos
una úlcera en proceso por lo que nos hemos llegado a preocupar más de una vez.
Todo el trabajo, esfuerzo, valor, sudor y lágrimas para
que ahora venga una soplagaitas, una desgraciada imbécil con la licencia que
cree tener gracias a un papel de mierda que yo misma poseo. Y, siendo sinceros,
hasta un mono con una pandereta podría conseguirlo. ¿Para esto? ¿Para pasarse
por el forro de los cojones los sentimientos de aquella a quien se supone que
trata de ayudar? Si su único objetivo al hacerse terapeuta era alimentar su ego
debería haberse dedicado a otra cosa.
Pero, ¿sabéis? Las personas que os quieren sienten toda
esa rabia que vosotros/as no os permitís experimentar. Os ofrecemos el perdón
que no creéis merecer, y vemos perfectamente toda esa fuerza que habéis llegado
a creer que no está en vosotros/as. Mientras vuestras heridas se reabren,
nosotros/as tenemos que contenernos para no incrustar en la pared de un
guantazo a los responsables.

Pero estos no son más que los desvaríos de alguien muy
cabreado, y que si tuviera una escopeta a mano aparecería en los informativos
de mañana. No soy yo la que debe deciros que sois luchadores, que sois
excepcionales y que nadie, por muchas putadas que os haga, podrá nunca hacer
desaparecer esa luz que desprenden las personas como vosotras, porque sois
supervivientes.
Mientras tanto, solo queda desear que lerdos del calibre
de los antes mencionados no se reproduzcan nunca, y que la selección natural
siga su curso. Si Darwin estaba en lo cierto, con suerte les caerá un piano de
cola en la cabeza.
Sonreíd, y sentíos orgullosos/as. Seguís aquí.
Hay gente muy prepotente, que se cree que tiene la solución universal a tus problemas y, cuando intentas decirles que a ti esa solución no te sirve, insisten en que te calles y les hagas caso, porque ellos saben más que nadie. Soplagaitas, ya lo dice bien tu novia. Si a eso le sumamos que hay gente muy desinformada y cargada de prejuicios, a veces te sientes como si estuvieras predicando en el desierto cuando intentas explicar lo que te ocurre... ¿Qué te voy a contar, verdad? Siento mucho que te cruzaras en tu camino con esa ignorante (una ignorante que iba de lista, suelen ser las más peligrosas) y te deseo que en un futuro (y en un presente) tu contacto con profesionales de este ámbito a los que pidas ayuda estén mucho más cualificados.
ResponderEliminarPorque tú no eres culpable de nada, aunque tu niña necesite interiorizarlo, tú eras una chiquilla, y te hicieron lo que nunca debería haberte hecho nadie, mucho menos a esa edad. Tú eres la superviviente, ellos los verdugos. Tú eres la que lucha, ellos los deshechos humanos. Eres la heroína de tu vida, la que comete errores como todo el mundo, la que se enfrenta a ellos y a su pasado. Nadie tiene derecho a tratarte mal ni a hacerte sentir culpable de nada. Sigue recordándoselo a tu niña como lo has hecho hasta ahora.
Ah, y como superviviente, dale las gracias a tu novia de mi parte por su carta, y a ti te las doy personalmente por publicarla.
Un abrazo enorme