Estoy tan harta de tanta hipocresía,
de tanta mierda, de tanta estupidez. Hoy me han culpado, han dicho que fue
culpa mía por no haber dicho que no. Su explicación ha sido que es mejor decir no y recibir un guantazo
que no decirlo y que te ultrajen, sin darse cuenta que si dices no recibes el
guantazo y la agresión sexual detrás con más rabia y más dolor acumulado. Todo esto
me lo ha dicho una psicóloga después de decirme que yo llevo el peso de toda mi
familia, a y no solo eso, también el peso de todas las mujeres de chile. Es increíble.
Hablemos de la culpabilidad, yo
me siento total y absolutamente culpable, me siento como si fuera un trozo de
carne, como si fuera una muñeca hinchable, como ese mueble que nadie ve. Y aún
tengo que aguantar que me diga que fue culpa mía. ¿Acaso sabe que es decir no y
que te ignoren? ¿Sabe lo que es que te den un golpe, y te violen después? No es
suficiente con que yo me culpe, no es suficiente con que yo crea que me merecía
ser su puta, que me lo tienen que decir desde fuera.
Es doloroso sentirse tan vacía,
tan culpable tan mal, y además escuchar a una imbécil decir que fue culpa mía.
Es ese dolor enorme que se
siente, ese dolor que no sabes muy bien de donde viene, y solo sabes que es
parte de ti. Sabes que no hay ninguna herida visible, solo la sientes dentro de
ti, la sientes dentro supurando. Sientes que te vas quitando las vendas y vas
dejando que empiece a airearse, después de años infectándote, y cuando crees
que la herida empieza a limpiarse o al menos aireándose un poco, llega una
persona y hace que esa herida vuelva a abrirse, que vuelvas a coger ese
cuchillo que es tu mente y se te clave en el medio de tu corazón y no puedes
gritarle diciéndole cállate. Solo ves como tu yo, tu niña se acurruca y se
cierra los oídos, para no oír una vez más, te lo merecías, te lo merecías por
no decir no, te lo merecías por ser como eres, te lo merecías por ser un cacho
de carne.
Tengo una canción en Euskera en
mi cabeza sin parar, es como si se le hubiera puesto el repit, y no pudiera par,
es como si hablara de esa misma herida, de hecho se llama min hau (ese dolor).
Que más decir que la gente debería ser
consiente del dolor que pueden llegar a producir con sus palabras, sobre todo
cuando vas pidiendo la ayuda que tanto necesitas.
(Nota de una novia cabreada:
Genial. Es fantástico. Sublime. Es impresionante. Me he
pasado cinco años de mi vida estudiando a la vez una carrera y un master,
porque mi ilusión era ayudar a las personas. Estudié psicología porque quería que
todas esas personas que sufrían en silencio pudieran cambiar eso, pudieran, por
fin, ser felices en sus vidas. Y estudié en una facultad donde me enseñaron que
las personas son como gusanos domesticados, donde lo único que importa es la
acción-reacción, y la eliminación de un síntoma que por norma general molesta
más al entorno que a la propia persona. Otros trataron de convencerme de que
somos unos degenerados que se debaten entre impulsos eróticos y asesinos, y que
quieren tirarse a alguno de sus padres, aunque repriman el impulso. Durante
estos años me he rodeado de imbéciles que se creían poseedores de un saber
pseudo-divino por haberse leído un par de libros escritos por lerdos de la
misma calaña.
Cometí el acierto/error de matricularme en un master
dirigido por un gurú con ínfulas de grandeza que se cree el puto amo, el jefe
del cotarro, el amo de la barraca. Lo suficiente como para imponer sus ideas a
sus alumnos y dedicarse a descalificar, humillar, y aplastar psicológicamente a
todos los que fuésemos lo suficiente idiotas como para no lamerle el culo.
Dicho esto, entiendo que haya quien no crea en la
psicología. La mayoría del tiempo, yo soy uno de ellos.
Sin embargo, también conocí a personas maravillosas que
sufrían el mismo tipo de trastorno mental que sufro yo (no parece quedar mucho
para que el DSM lo catalogue como tal, al paso que vamos). Personas que querían
marcar la diferencia. Con el tiempo descubrí que la mayoría de esas personas
excepcionales acarreaban, a su vez, un dolor excepcional. No todas fueron
abusadas de pequeñas, pero todas comprendían lo que significaba sufrir.
La más excepcional de todas era alguien que no aceptaba
que la llamaran víctima, pero que tampoco se veía superviviente. Una persona
que se ofende cada vez que alguien le dice que es fuerte, pero que tampoco
tolera mostrarse débil. Es alguien que se empeña en seguir adelante, pero se
empeña también en no mirar cuál puede ser el camino si no es de reojo. Con ella
he pasado noches en vela, y días en los que parecía que no despertaría nunca. Ha
sufrido mucho para llegar hasta donde está, y todos los que la queremos tenemos
una úlcera en proceso por lo que nos hemos llegado a preocupar más de una vez.
Todo el trabajo, esfuerzo, valor, sudor y lágrimas para
que ahora venga una soplagaitas, una desgraciada imbécil con la licencia que
cree tener gracias a un papel de mierda que yo misma poseo. Y, siendo sinceros,
hasta un mono con una pandereta podría conseguirlo. ¿Para esto? ¿Para pasarse
por el forro de los cojones los sentimientos de aquella a quien se supone que
trata de ayudar? Si su único objetivo al hacerse terapeuta era alimentar su ego
debería haberse dedicado a otra cosa.
Pero, ¿sabéis? Las personas que os quieren sienten toda
esa rabia que vosotros/as no os permitís experimentar. Os ofrecemos el perdón
que no creéis merecer, y vemos perfectamente toda esa fuerza que habéis llegado
a creer que no está en vosotros/as. Mientras vuestras heridas se reabren,
nosotros/as tenemos que contenernos para no incrustar en la pared de un
guantazo a los responsables.
Por eso, en nombre de mi pareja, y de todos aquellos/as
que no os sintáis capaces de hacerlo, me gustaría decir algo a todos los
imbéciles que hacen comentarios de este tipo sin tener ni conocimiento de
causa, ni puta idea de lo que pueden estar provocando. IROS A TOMAR POR CULO.
NO SOIS NADIE, NADIE, PARA JUZGAR EL COMPORTAMIENTO DE UNA PERSONA QUE OS
CONFÍA LO MÁS OSCURO DE SÍ MISMAS. NO TENÉIS NINGÚN PUTO DERECHO A CULPABILIZAR
A UNA PERSONA QUE SE BASTA Y SE SOBRA A SÍ MISMA PARA SENTIR QUE NO VALE NADA,
PORQUE LA PERSONA ABUSADA NO TIENE CULPA DE NADA. INDEPENDIENTEMENTE DE QUE SE
DEFENCIERA O NO LO HICIERA, DE QUE DIJERA NO, O ACCEDIERA POR MIEDO, VERGÜENZA,
COACCIÓN O DESCONOCMIENTO. PORQUE SON PERSONAS Y TIENEN VALOR POR EL SIMPLE
HECHO DE SERLO. PORQUE ESTÁN HERIDAS Y SIENTEN DOLOR, Y HAY QUE SER DESGRACIADO
PARA NO DARSE CUENTA DE ELLO, Y PORQUE TIENE DELITO QUE AQUELLAS PERSONAS QUE
SE SUPONE QUE SE HAN PREPARADO PARA PRESTAR AYUDA SEAN PRECISAMENTE LAS QUE
EMPEOREN LA SITUACIÓN. POR TODO ESO, IROS A LA MIERDA.
Pero estos no son más que los desvaríos de alguien muy
cabreado, y que si tuviera una escopeta a mano aparecería en los informativos
de mañana. No soy yo la que debe deciros que sois luchadores, que sois
excepcionales y que nadie, por muchas putadas que os haga, podrá nunca hacer
desaparecer esa luz que desprenden las personas como vosotras, porque sois
supervivientes.
Mientras tanto, solo queda desear que lerdos del calibre
de los antes mencionados no se reproduzcan nunca, y que la selección natural
siga su curso. Si Darwin estaba en lo cierto, con suerte les caerá un piano de
cola en la cabeza.
Sonreíd, y sentíos orgullosos/as. Seguís aquí.